martes, 24 de noviembre de 2009
¿Quién mató, entonces, a Mino Pecorelli?
Mino Pecorelli es un perfecto ejemplo de que, casi siempre, es el pez grande el que se come al pez pequeño. A excepción del caso Watergate, pocas han sido las ocasiones en las que un periodista ha vencido la batalla a los políticos, pero no por ello los informadores han dejado de arriesgar sus vidas para denunciar ante la opinión pública aquellas cosas que los Gobiernos esconden bajo la mesa.
A Giulio Andreotti se le considera símbolo del Estado italiano de los últimos cincuenta años. Sin embargo, en 1999, cuando Silvio Berlusconi ya había tomado el relevo político y Andreotti ocupaba un cómodo puesto como senador vitalicio, la justicia italiana llamó a su puerta. Entre otras cosas, se le acusaba haber ordenado a la mafia el asesinato de Mino Pecorelli, periodista fundador de la revista Osservatorio Politico.
Pecorelli se hizo famoso por sus denuncias políticas a través de artículos que iba publicando con carácter semanal en su revista. Así, especial importancia cobra su investigación en el Caso Moro. Mino Pecorelli llegó a publicar información directa sobre dónde se encontraba el nicho en el que Aldo Moro estaba secuestrado, pero el Gobierno de Andreotti jamás intentó su liberación. La fuente de sus informaciones eran alguien llamado “generale Amen”, nombre tras el que muchos creen que se escondió el general Carlo Alberto Dalla Chiesa que, sorprendentemente, sería destituido de su cargo poco meses después del asesinato de Aldo Moro en marzo de 1978.
Se dice que el tiempo en el que Aldo Moro estuvo encerrado, éste mantuvo una estrecha relación con Pecorelli a través de una serie de cartas que posteriormente serían destruidas. De esta manera, Moro confesaba a Pecorelli que el Primer Ministro habría cobrado una serie de comisiones ilegales, presuntamente provenientes de la mafia siciliana. Estos datos serían confirmados en 1993 por Tommaso Buscetta, histórico mafioso ya fallecido, que admitía que su clan había pagado grandes cantidades de liras al Gobierno de Andreotti a cambio de que éstos hicieran la vista gorda.
Mino Pecorelli amenazó a Andreotti con la publicación de un reportaje en el que aparecían datos claros acerca de estas más que estrechas relaciones con la mafia. Así, en marzo de 1978 Pecorelli sería encontrado muerto por cuatro disparos en el barrio romano de Patri, donde se encontraba la redacción de Osservatorio Politico.
Nadie más hablaría del caso hasta que Buscetta admitiera también en sus únicas y últimas declaraciones mediáticas que su clan había asesinado a Pecorelli para hacer un favor a Andreotti.
El caso estuvo archivado durante veinte años. Fue sólo en 1999 cuando el Tribunal de Justicia italiano decidiera sentar en el banquillo a Andreotti acusándolo de pertenencia a grupo terrorista y de haber instigado la muerte del periodista. Tras un largo juicio, Giulio Andreotti fue absuelto.
Muy probablemente, ya nadie volverá a hablar de los casos de corrupción más famosos de Italia, acontecidos durante las siete legislaturas que Il Divo estuvo a la cabeza del poder. Quizá volverán a pasar otros veinte años hasta que alguien vuelva a hablar de Pecorelli o, igual, ya no se hablará nunca. De lo que no cabe duda es que son pocas las ocasiones en el que el pez pequeño se come al grande, pero eso no quita mérito a Pecorelli que, como buen periodista, intentó gritar lo que todos cuchicheaban pero nadie se atrevía a decir.
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