domingo, 15 de noviembre de 2009

La misa del domingo


He decidido que todos los domingos hablaré de la Iglesia. Me parece justo y comprensible, teniendo en cuenta que la jornada dominical siempre ha sido el día del Señor (¿del Señor? ¿de qué Señor?). Aunque, según mi modesta opinión, en cuestiones de Iglesia sería mejor hablar de “señores”. Mucho más apropiado teniendo en cuenta lo gordos que están los obispos, los arzobispos y lo que venga después de estos. Aunque bueno, yo de ellos dedicaría el dinero que se sacan del cepillo para irme al Centro Menorca y hacerme un tratamiento de estética, ahora que salen en televisión para pedirnos dinero. Porque sí: en el mundo occidental tenemos la suerte de que nuestros líderes cristianos no piden compromiso, moral, generosidad, buena fe,…, todas esas cosas con las que en catequesis nos resumían a Dios. Nuestra Iglesia pide que tachemos su casilla en la Declaración de la Renta. Y su manera para convencernos es a través de la publicidad (que, siguiendo a Rafael Sánchez Ferlosio, ya sabemos que en la Sociedad de Producción es la estrategia más efectiva). Pero, yo me pregunto, ¿es cristiano que la Iglesia gaste su dinero en esas cosas? Me parece recordar que había gente en el Tercer Mundo muriéndose de hambre, incluso en Madrid hay gente que no tiene un sitio donde dormir… ¡No sé! Últimamente voy mal de memoria aunque, igual, es a Rouco Varela a quién le falla y no se acuerda que el Tribunal del Santo Oficio se abolió en 1834 por un Real Decreto que firmó la regente María Cristina. Y ¡menos mal! Sino el ateo de Zapatero y los más de once millones de españoles que lo votamos arderíamos en la hoguera. ¡Por herejes! ¡Por defender el Artículo 16 de la Constitución en el que dice que España es un país laico! Pero…. ¿qué estoy diciendo? ¿Estoy intentando insinuar que, por lo tanto, la religión es algo privado? Pues sí, y que después me castigue Dios si quiere y que den gracias porque no exprese en estas líneas lo que de verdad pienso que es la Iglesia.
Desde luego, mucha moralidad no tienen. Ni tampoco un mínimo de vergüenza. ¿Cómo se atreven a pedir dinero a los españoles teniendo en cuenta que son los amos de uno de los Estados más ricos del mundo? Pero, claro, en el Parlamento hay 153 representantes de Dios en la tierra que les ponen voz, y tienen la suerte de hacerlo con criterio, principios y valores. Bueno, mejor dicho, lo harían si no estuvieran tan preocupados por ganar las próximas elecciones. ¿Para qué necesitan ganar las Generales si ya se ganaron el cielo cuando protestaron en contra del aborto? “La manifestación más numerosa de la historia de España”, dijeron. Cada uno puede manifestarse a favor o en contra de lo que les de la gana; incluso yo soy libre de decir que me parece que predican bien y actúan mal. Porque si en algún momento el señor de las medallas que casó a los Príncipes y a la hija de Aznar con el honrado Alejandro Agag se hubiera subido al altar y en misa de cinco hubiera gritado: “no “matéis” a niños, ponerlos frente a las Iglesias, los Conventos y las Parroquias, que el reino de Dios es grande y se apiadará de ellos” me habría creído que lo que hay detrás de sus protestas, realmente, es una cuestión moral y no de crispación social. Pero en ningún momento fue así, lo que hace que me reafirme en la idea de que ellos serán los primeros en arder en el averno. ¡Por su doble moral! Que debería de ser pecado… Es que ya se sabe que donde hubo fuego, siempre quedan llamas.

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