miércoles, 25 de noviembre de 2009

Italia. Segunda Parte.


Sandra Buxaderas titula hoy en Público: “Berlusconi ¿imputado por mafioso?” Creo que tal juicio no le extrañaría a nadie. Es más, creo que lo que se pregunta la gente es cómo no ha sido llamado a declarar mucho antes...
Desde que el político milanés entrara en el poder, Italia ha ido a pique. El arte, la pasta y el calcio ha quedado posicionados en un segundo puesto y el protagonismo absoluto ha sido ocupado por su extravagante Primer Ministro, que cuando consigue sacar de Málaga a los italianos, les mete en Malagón.
Pero esta no será la primera vez que los mafiosos le apuntan directamente con el dedo, lo de la posible relación de Berlusconi con la Cosa Nostra (el clan siciliano más romántico del mundo) es ya un secreto a voces. Sin embargo, el mejor secreto de Silvio (aparte de sus truquitos de belleza) es a negarlo todo y crear un mundo paralelo en el que hasta él mismo se autoconvence que es una emboscada, que tras dichas acusaciones hay una mano negra que quiere destruírle. En mi opinión, cuando el río suena agua lleva y más tratándose de Berlusconi y de Italia, que no levanta cabeza... Porque el problema va más allá de la honradez de un empresario milanés a la cima del poder. La cuestión alcanza un nivel social, una cuestión de principios y valores.
Desde que Italia se convirtiera en Estado Democrático, pocas veces ha respirado un clima político de verdadera tranquilidad. Primero con Andreotti y luego con Berlusconi, con un intermedio de por medio de Prodi, que resultó ser más bien un parche que una solución. Porque para los antiguos fundadores parece haber, sinceramente, pocas salidas. Ojalá se les aparezca la Vírgen esa en la que tanto creen (y a la que tanto sueldo pagan) y esta vez sí que lo metan en la cárcel, ahora que se le denegó la opción que él mismo propuso de resultar inmune ante la justicia. ¡No se piensen que Berlusconi es tonto! Y,debió pensar, que más valía prevenir que curar...
En cualquier caso, creo que con Italia deberíamos de hacernos una pregunta similar a la que nos hacemos con Cuba: ¿y después de Berlusconi, qué? Después de Berlusconi la nada... Porque ya vimos los resultados que tuvo Veltroni en las últimas elecciones. Hasta que la izquierda italiana no consiga unirse, la división de partidos en el bando debilitan aún más la enfermedad democrática del país. Por lo tanto, la única solución posible, por ahora, es que Tiziano Ferro o Eros Ramazzotti se presenten como candidatos. Total, la imagen pública exterior del país ya no puede ser peor. Berlusconi ha dejado un nivel muy alto.

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