domingo, 15 de noviembre de 2009

Libertad de explotación


Soy consciente de que mi blog puede ser una bomba de relojería aunque bueno, por suerte vivimos en un país donde nos respalda la libertad de expresión. Gracias a ella los pseudo periodistas de oficio (que no oficiosos) amparan sus opiniones en el “presunta y supuestamente”. Si hubiera sabido que es ahí donde reside la chicha del periodismo, donde está el quid de la cuestión, no habría perdido seis años entre la universidad y el master. Total, me habrían servido un par de tetas para sentarme en un plató y hablar con la misma naturalidad sobre planes presupuestarios usando los criterios que sirve para hablar también de Jesulín. Me habría quedado tan ancha y tan tranquila. Total, hoy más que nunca ha televisión se ha convertido en una caja tonta que únicamente sirve para retomar el modelo de manipulación del Imperio Romano. Sería algo así como el Coliseo del siglo XXI: “divirtamos al pueblo, para que así nosotros mientras podamos hacer lo que nos de la gana”. Pero el pueblo por una vez deberíamos de revelarnos y ser conscientes de lo que supone desnaturalizar un medio de comunicación. Teniendo en cuenta que casi el 75% de la población española utiliza la televisión como medio para conocer e informarse, es muy poco ético por nuestra parte seguir colocando en la cúspide de las cifras sobre audiencias programas feudales regidos por el analfabetismo del Presunta y el Supuesta.
Ya he dicho que este blog sin importancia pero claro, directo y, sobre todo, sincero, podría ser una olla express a punto de estallar. Y ojalá que estallara y me castigaran por decir lo que pienso de la misma manera que se excomulga de vez en cuando a la revista el Jueves. Para un periodista, desgraciadamente, resulta mucho más cuerdo pensar en un futuro carcelario que en un futuro profesional digno. De dicha frustración tienen mucha culpa nuestros ‘colegas’ que actualmente ocupan puestos decorosos pero que toleran compartir trabajo con individuos llegados a sus mesas por nepotismo y amiguismo. Ya que a nosotros los grandes empresarios no nos dan la oportunidad de dignificar nuestra profesión (o sí, cobrando 400 euros durante cinco o seis años), ellos si podrían (y deberían) inaugurar el camino con trayectoria hacia un periodismo serio. A lo mejor de esta manera los jóvenes no tendríamos que avergonzarnos de que en nuestra habitación estuviera colgado un título que pusiera “Licenciado en Periodismo” que, hoy por hoy, es casi lo mismo que estar licenciado en Filatería.

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