miércoles, 17 de marzo de 2010

Apunte breve


Disfruto demasiado de Godard. Creo que es uno de los resquicios que más me cuesta disimular de mi pasado nov al que intento renunciar a base de cañas y escenas de normalidad. Pero alguien me pidió una vez la luna, a lo que yo respondí negándome a ver Millenium. Que los almendros en invierno no den flores, no significa que los árboles dejen de ser árboles…
Pero, reconozco, que soñar merece la pena. A pesar de que los psicólogos encuentren su razón de ser en el equilibrio para alcanzar el éxito personal y social. A mí el éxito, permitidme, no me parece más que un engañabobos. Y, por qué no decirlo, la terapia un consuelo a regañadientes.
Por eso yo hoy me quedo con una cita de Nizar con la que me topé hace años y que, en días de sol, entra mucho mejor: “No consentiré que nadie diga que los veinte años son el momento más hermoso de nuestra vida. Aquello años no fueron felices sino más bien grises: sólo nos alimentábamos de esperanzas. Ni siquiera vivíamos. Si alguien nos preguntaba: ‘pero… ¿de qué vivís?’, a nosotros nos encantaba responderle: ‘No vivimos’. La vida era la pantalla, hablar de cine, leer y escribir cosas”.

1 comentario:

  1. Veo que tu silencio ha sido largo. Ya son alrededor de 7 meses desde que dejaste de compartir alguna breve reflexión. Después de todo no me parecen crónicas inútiles, en la medida en que pueden suscitar un diálogo. Este 'apunte breve' me llama la atención porque en él se trasluce una animosidad confrontada con los paradigmas anónimos de nuestro tiempo. Siempre ha sido así: la juventud se opone al anquilosamiento que genera la vida productiva respecto de las fuerzas creativas y transformadoras, esas fuerzas que no nos permiten permanecer quietos, que nos impulsan a desentrañar lo que se esconde en el fondo de todo. En este sentido es llamativo cómo la vida también nos va a arrebatando, bajo el sutil ritmo de su tiempo, ese ímpetu de cuestionar, de rebelarse, de luchar por esas esperanzas que nos arratran, primero de un modo violento, y después de un modo sutil, casi imperceptible.

    Vuelve a escribir Silvia, pues ese es el modo de mantener vivo el connato de la vida que se opone a los llamados éxitos.

    Luis

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