domingo, 7 de febrero de 2010

Poca memoria


Me acusaban bastante a menudo de una falta de objetividad que, al parecer, es necesaria para ejercer el periodismo. Sobre todo, a la hora de abordar ciertos temas como pueden ser el fútbol o la política. Sin embargo, mi yo creo que es precisamente en estos terrenos en los que es necesaria la opinión, el tener clara una postura que nos lleve a todos a movilizarnos y a no ser objetos de manipulación y/o tendencias. Periodistas y no periodistas.
Mis ideas progresistas y sociales me han llevado a defender siempre a Zapatero pero claro, eso no significa que para mí su palabra sea divina y que no encuentre las taras en su oratoria persuasiva. Lo que quiero decir con esto es que creo que sí, que en los años de legislatura muchas veces el partido socialista se ha equivocado pero como lo hacemos todos. El hecho de que tardara casi 365 en reconocer que existía una verdadera crisis (porque no era una desaceleración en el crecimiento económico del PIB), que priorizara en la Seguridad Social las operaciones de cambio de sexo y no los servicios oftalmológicos o los tratamientos dentales, o el hecho de que ahora proponga subir la edad de jubilación a los 67, me parece que son puntos de inflexión en su Gobierno que le costarán las próximas elecciones. Aunque, sinceramente, en mi opinión sería injusto. Es decir: Zapatero ya se ha mostrado arrepentido por el uso del término “desaceleración”, lo de las operaciones de cambio de sexo es una opinión personal con la que muchos estarán de acuerdo y otros muchos no, y en cuanto a la edad de jubilación… el Gobierno sólo ha hecho una propuesta, que tendrá que pasar por el Parlamento y, en el caso de ser aprobada, seguramente los del PP se encargarán de que llegué hasta el Constitucional de alguna manera.
Pero pensemos que Zapatero en los últimos años ha tenido que trabajar en un ambiente de arenas movedizas: si ya puede resultar difícil gobernar en un país donde la oposición política está fundamentada en la crispación política y la difamación, lo último ya era una crisis económica a nivel mundial provocada, sobre todo, por la política del libre mercado que el señor Aznar exportara de los Estados Unidos cuando presumía de amistad fraternal con Bush. Entonces nos reímos de ver la imagen de los pies de Josemari sobre la mesa, sin pensar en las consecuencias… Pues aquí están, para los que soltaran alguna carcajada ignorante en su día y, acorde con el momento, se encendieran un habano para celebrar la situación tan próspera que vivían.
Lo que yo ahora propongo es que intentemos dejar de lado por un momento esos tres puntos determinantes en la legislación de Zapatero y en el resto de cosas que ha hecho durante su mandato. No me voy a poner a enumerarlas pero mi humilde opinión llega a la conclusión de que ha conseguido que la sociedad evolucione hacía una postura mucho más tolerante y progresiva, casi impensable años atrás. Esto se traduce en la introducción a la política española de reformas y leyes sociales, que por primera vez la ciudadanía notamos en nuestro día a día. Si esto no ha sido un buen acercamiento al Estado del Bienestar, que me digan los que ahora se quejan por qué hemos sido paradigma a imitar por muchos Estados europeos (con más tradición democrática) durante algo más de un lustro.
Creo que sería injusto que se castigara al PSOE en las urnas. Al fin y al cabo la crisis, el paro, los recortes presupuestarios, la subida de los aranceles,…, son consecuencia de la labor política con la que también se habrían encontrado los otros. Pero la ciudadanía solemos tener un problema que, en mi opinión, resulta maléfico si lo aplicamos a la Postmodernidad, y es la falta de memoria. Que yo recuerde no ha sido el señor Zapatero el que ha ido en contra de la opinión pública mayoritaria (y por una vez activa) y sin sondeo alguno nos ha metido en una guerra ilegal. Eso fueron los otros, “los malos”. Y sí, vuelvo a lo de siempre, vuelvo a la guerra de Iraq. Porque también parece que se nos ha olvidado que la dichosa guerra capitalista no sólo se cobró un montón de vidas civiles en el campo de batalla, sino también otras doscientas en la Estación de Atocha. Pero eso también se nos ha olvidado. ¡Qué mala cabeza!

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