domingo, 22 de noviembre de 2009

Pensar


No sería ninguna novedad hablar de la importancia que tienen los medios de comunicación en el siglo XXI. Dicen que constituye el tercer poder, por debajo del económico y el político aunque yo, permitidme que os diga, creo que la prensa podría desbancar a lo segundo sin demasiado esfuerzo.
Tras la Segunda Revolución Industrial comienza la sociedad de masas lo que supondrá un cambio bestial para el mundo, sobre todo para las potencias europeas que, poco a poco, irán perdiendo perdiendo su hegemogía en la bola para cederle el puesto a un país emergente, potente y fuerte, como serán los recién configurados (apenas veinte años antes) Estados Unidos. Esta Revolución aportará dos cosas clave: por un lado, la economía capitalista como estructura social y por otro (y como se ha dicho) la importancia en el concepto de lo masivo: millones de consumidores, votantes, lectores,... Por lo tanto, los antiguos sistemas de mercado casi feudal, reduccionista o elitísta sufrirán mutaciones que afectarán a todos los ámbitos de la vida cotidiana. Nunca antes el individualismo había jugado un papel tan importante; nunca antes (ni siquiera para la mentalidad avanzada de franceses o ingleses) se habían anticipado esquemas que materializarían tan bien las doctrinas liberalistas.
Los medios de comunicación también aplican este sistema para sus modelos de negocio. En Estados Unidos los periódicos comenzarán a convertirse en un elemento fundamental en el orden social y en grandes empresas que aportan importantes beneficios. Es decir, se industrializan y servirán de argumento aglutinador y homogeneizador de las estructuras estatales. La máxima representación de esto será el New Journalisme. El poder que cobra este tipo de prensa para los norteamericanos es tan grande que peude resultar, casi casi, inimaginable. La práctica profesional de dichos medios sobrepasa los límites hasta entonces conocidos, capaz, incluso, de utilizar la guerra como estímulo para engordar la venta de periódicos. En cifras esto podría traducirse en que la tirada aumentará un 30% cuando el tema principal sea un conflicto bélico.
Pero los medios no serán, a partir de ahora, solamente un vehículo capaz de justificar una intervención militar sino que, incluso por sus dimensiones, son cualificados para crearla. Como, por ejemplo, la guerra Hispano-Americana, que los historiadores la denominan como la primera guerra mediática en la historia de la comunicación social.
Es bastante habitual escuchar el término “guerra paralela” haciendo referencia a dicha cruzada mediática temporal a las bombas, los disparos y las muertes. Sin embargo yo me pregunto: ¿no serán precisamente esas bombas, los disparos y las muertes lo paralelo? ¿Si el periodísmo fue capaz de acabar con Nixon, cómo no va a ser capaz de provocar un alzamiento?
Normalmente la gente relaciona estudiar periodismo con la capacidad para escribir o, mejor dicho, para manipular. Apuntaría, antes de seguir, que yo soy del parecer que la redacción siempre implica la subjetividad y ésta, inevitablemente, lleva intrínseca cierto grado de manipulación. Pero, sin embargo, yo creo que la lección más importante con la que los periodistas salimos de la universidad es la capacidad para no ser manipulados. Y es una lección vital, mucho más importante que resolver logarismos o saber qué tipo de material es capaz de soportar un edificio de cuatro plantas. El periodísmo, en tiempos modernos, cobra una importancia únicamente equiparable a la medicina. Porque el único modo de ser críticos (teniendo en cuenta que los medios de comunicación marcan la agencia seeting y ésta la actualidad ciudadana), de ser verdaderamente inteligentes, es el pensar por nosotros mismos. El hecho de utilizar las noticias como esquema referente para sacar nuestras propias conclusiones. Porque si creemos todo y sólo lo que nos dicen, si nos limitamos a asentir como borregos, corremos el riesgo de que se manipule nuestra ideología, que se firmen guerras en nuestro nombre.
En palabras de Unamuno “Siente el pensamiento, piensa el sentimiento. Pensar es como vivir dos veces”.

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